¿Vivimos en el mundo del cortoplacismo?
Vivimos con prisas, pegados al móvil, buscando el éxito rápido, respuestas inmediatas a todo.
Vivimos con el efecto Google, busco, y lo encuentro. Lo quiero, y lo compro. Lo necesito, y me hago con él.
Es la época del ahora, del contestar inmediatamente al mail, al mensaje, al WastsApp, estamos en la época del cortoplacismo.
Algo que se ha demostrado inútil para resolver la crisis actual de la COVID, o para enfrentarnos a retos como el cambio climático.
El pensamiento catedral: comenzar a pensar en el medio y largo plazo
Por suerte, estas crisis nos están dejando ver la necesidad de superar tan cortas miras, y comenzar a pensar a medio y largo plazo. A nivel político y social, pero también a nivel empresarial. De hecho, la planificación a largo plazo como estrategia se ha demostrado más importante que nunca.
En este contexto, toma plena actualidad el pensamiento catedral.
Un pensamiento que se basa en la capacidad de idear y planificar proyectos a medio y largo plazo, inspirándose en la idea de las catedrales medievales.
Estas construcciones, auténticos iconos de la ciudad medieval europea, tardaban siglos en construirse. Para levantarlas, trabajaban al unísono arquitectos, canteros, carpinteros, artistas… todos ellos participaban en la construcción del templo, a sabiendas que jamás la verían terminada.
La catedral era un bien común superior que verían terminadas generaciones futuras.
Representaba la idea de comunidad, de pensar en el futuro, y en la posteridad.
Una filosofía que refuerza la oportunidad de las crisis
Y esa filosofía que gira en torno al pensamiento catedral, es necesaria a todos los niveles, también en el mundo empresarial.
Aunque es cierto que en un momento en el que muchas empresas están luchando por sobrevivir a causa de la crisis económica provocada por la pandemia, suena a utopía pensar a medio y largo plazo, pero tampoco es menos cierto que pensar en base al pensamiento catedral en la empresa es más importante que nunca.
De hecho, las empresas que consigan hacerlo, serán las que salgan reforzadas de la actual crisis.
Es probable que la crisis haya obligado a muchas empresas a replantearse su estrategia de crecimiento para afrontar y adaptarse a la actual situación, con planes que son dolorosos en muchas ocasiones.
Basta ver los despidos, los ERTES, la imposibilidad de trabajar a causa de las restricciones, los cierres de locales… Está claro que hay que tomar decisiones a corto y medio plazo para evitar quebrar.
Aunque de todos es sabido que una crisis también es una oportunidad para que muchas empresas puedan replantear sus estrategias para adaptarse a la nueva situación y sentar las bases para un futuro diferente. Por ello, las decisiones a corto plazo deben ir en paralelo al diseño de estrategias a de largo alcance.
Un buen ejemplo a nivel empresarial pueden ser los planteamientos para crear planes de sostenibilidad. Para muchas empresas, tomar decisiones para combatir el cambio climático puede suponer una inversión tremenda a medio y largo plazo. Pensemos en fabricantes de automóviles, que deben trasladar la producción a coches más ecológicos.
O una empresa de taquillas, que impulse el paso a taquillas de nueva generación, con opciones de taquillas digitales para recoger pedidos de comercio electrónico, por ejemplo.
Hace falta pensar en el futuro, mantener y responder a los retos actuales, pero pensar también en cómo será el mundo dentro de unos años, y en las necesidades que tendremos. Estudiar nuevos nichos de mercado que quizás sean hoy minoritarios, pero que puede que en el futuro sean mayoritarios, también es tener visión de futuro y trabajar el pensamiento catedral.
Eso implica estar muy atento a las tendencias.
Por poner un ejemplo, en el caso de las empresas alimentarias, poner el foco en las personas veganas o vegetarianas. Un sector minoritario todavía, pero que está fuera de duda que va a ir más en un futuro no muy lejano.
En este marco del pensamiento catedral en las empresas, al margen de la propia actividad económica de la organización, también encaja perfectamente la visión de contribuir a una sociedad mejor en la que puedan vivir de forma cómoda y segura nuestros hijos o nuestros nietos.
Tener un proceso productivo respetuoso con el medio ambiente, o socialmente responsable, también es parte del pensamiento catedral, porque son estrategias a medio y largo plazo que repercutirán de forma positiva en generaciones futuras.
*El pensamiento catedral es una idea que promueve el filósofo Roman Krznaric a través de sus publicaciones y estudios.